septiembre 18th
El burkini es la nueva minifalda
Problemas de seguridad. Este punto ha sido clave. Los atentados que ha sufrido Europa, y sobre todo Francia, a lo largo de los últimos dos años, han conseguido en gran parte el objetivo que los yihadistas tenían en el momento de perpetrarlos, más allá de matar: desestabilizar Occidente. Acabar con la paz social. Sembrar el miedo, la sospecha y el odio. Vivimos en un estado de psicosis y todos los datos apuntan a que, en efecto, hay un rebrote de la islamofobia en esta parte del mundo. Europa vive su mayor éxodo desde la Segunda Guerra Mundial, en su mayoría procedente de Siria, y se pregunta a sí misma sobre su identidad y su propia razón de ser: ¿una sociedad multicultural de verdad? ¿Una a la americana en la que prime la seguridad sobre la libertad? ¿Una que asocie Islam con terrorismo? ¿Una que reprima las religiones que considere ajenas? ¿Una que imponga códigos en nombre de la libertad?
Pero, ¿quién quiere preguntarle a la mujer, pudiendo utilizar sus prendas para decirle lo que debe hacer y, de paso, utilizarlas como mecanismos para definir lo que es y no es Occidente? Todo el mundo parece empeñado en decir algo al respecto, pero nadie parece dispuesto a escuchar la voz que verdaderamente importa: la de las mujeres musulmanas.