julio 14th
Corrupción y Periodismo
Hoy tienen ustedes en sus quioscos una nueva y apasionante entrega del culebrón Bárcenas con el que la prensa viene animando desde el pasado enero los grises días que viven los españolitos. El diario El Mundo ha publicado los sms que se han enviado Mariano Rajoy y el ex-tesorero del PP durante los últimos dos años, incluyendo los de después de haber estallado públicamente el escándalo.
Pero no, no voy a ponerme a opinar de ello en plan tertuliano, más que nada porque a estas alturas ya deben ustedes estar saturados del bucle. Sin embargo, sí me gustaría poner el acento en la labor que los medios de comunicación están desempeñando en todo esto. La oposición, pese a haber pedido ya la dimisión del presidente, lleva demasiado tiempo aletargada debido a la falta de liderazgo de Rubalcaba, a problemas de unidad interna y a que son conscientes del descrédito que tiene entre los ciudadanos. El relevo de la oposición, pues, lo ha tomado la prensa.
4,79. Es la nota media con la que los españoles califican a los medios de comunicación, según el barómetro del CIS de mayo. Reflexiona sobre ello Lluís Bassets en su último libro -que ahora ocupa mi mesilla de noche-, El último que apague la luz, donde explica los motivos por los que la prensa española ha perdido el prestigio social que le caracterizó durante la Transición. Los ciudadanos creen (o, mejor dicho, saben) que todas las cabeceras de este país pertenecen a grupos de comunicación que, de un modo u otro, apoyan a un determinado partido político. La polarización de los contenidos publicados en los últimos cinco años así lo demuestra, si bien observo, desde mi modesta posición como ciudadano y profesional del medio, que algunos están empezando a relajar posiciones.
La labor de los periodistas ha sido clave para destapar el caso Bárcenas. Sin ellos, la ciudadanía hubiera seguido instalada en una mera sospecha general y sin pruebas; una sospecha que siembra la suspicacia y el desapego hacia las instituciones que componen la democracia de este país. En un momento de crisis como el actual, lo necesario no es menos democracia, sino más. Y más democracia significa mejor Periodismo.
Resulta imprescindible reformar el sistema para recuperar la confianza ciudadana, que a fin de cuentas es la que le da sentido. Y parece que una parte de la prensa ya se ha puesto a ello. Ha colocado la corrupción en el centro de la agenda de España, lo que se observa con tan sólo oír de pasada la conversación de la cola del pan. Denunciar esos abusos, establecer distancia de los centros de poder políticos y ejercer un exhaustivo control sobre ellos es lo que otorga razón de ser a los medios, y más concretamente a la prensa escrita. El momento que vivimos, en que todos demandan mayor control de lo público, es una oportunidad de oro para ella.
Sólo el tiempo dirá si lo que parece ser el principio de una recuperación de las bases del buen Periodismo es un hecho o un simple bluff. Desde lo personal, espero que no quede muy lejos el día en que decir ‘yo soy periodista’ vuelva a tener el prestigio que merece. En sus manos y en las nuestras está el conseguirlo.