mayo 26th
Marchando una de homofobia
Imagen: Antonio Luis Martínez Cano
Si les pregunto dónde creen que hay más homofobia en España, seguramente no contesten ‘Madrid’, ‘Barcelona’ o ‘Bilbao’. La respuesta irá más bien por pueblos o ciudades pequeñas, ¿verdad? Pues no las tengan todas consigo.
«Está todo hecho». Es lo que a menudo se piensa en España respecto a los derechos LGTB. Con la ratificación del matrimonio igualitario por parte del Tribunal Constitucional el pasado noviembre, algunos han dado la lucha por culminada. Ya he hablado otras veces de la homofobia de Estado frente a la homofobia social, a menudo mucho más sutil y diluida. Otras veces, en cambio, es explícita y claramente violenta. Como en el caso que nos ocupa.
Resulta que estaba mi amigo Gabi González el domingo pasado (curiosidades de la vida, el mismo fin de semana que se celebraba en todo el mundo el Día contra la Homofobia) comiendo en un restaurante del centro de Madrid cuando vivió en carne propia el embate de la homofobia más recalcitrante, esa que caracterizaba a este país hasta hace no mucho. Como nadie lo puede expresar mejor que él mismo, les dejo con su testimonio literal:
Domingo 19 de mayo, 15.00h, lugar VIPS Plaza de los Cubos (Madrid). Restaurante lleno, propio de un domingo de lluvia en el centro de la capital.
Decido quedar allí con un amigo. Entro, pido una mesa y nos sentamos. Resultó que esa mesa situada en una esquina del restaurante, me llevaría a vivir una situación de completo drama, al menos para mí. Así lo viví yo.
Mientras esperábamos la comida, mi amigo, sentado frente a mí, decidió lanzarse y darme un abrazo y un beso. El beso se paró en seco. El “señor” de la mesa de al lado, un padre de familia que comía con sus hijos y su mujer, se levantó y dio un golpe seco y fuerte en mi mesa. No entendía qué pasaba, ni yo, ni nadie. Todos miraban mientras esa “persona” gritaba, mientras nos insultaba. “FUERA DE AQUÍ, TENÉIS QUE IROS”, “ME ESTÁIS MOLESTANDO, ESTÁIS MOLESTANDO A MIS HIJOS”, “¡FUERA!”. Apareció el encargado, y algunos camareros del restaurante que intentaban calmar a este “individuo”. “ESTOS DOS SE ESTÁN BESANDO, Y ME ESTÁN MOLESTADO”, y así un no parar.
Yo no entendía nada, ni supe reaccionar. Con lo que yo soy, me quedé sin mediar palabra. Era la primera vez en mi vida que vivía una situación de HOMOFOBIA. Y la primera que vivía en primera persona. Vergüenza. Como 40 mesas y un promedio de 150 personas pusieron los ojos en mí, y en mi amigo, que no habla español y que no comprendía qué pasaba. Pese al momento de confusión, pude explicarle. Él me decía que nos fuéramos de allí y que nos quitásemos de problemas. Yo no quería irme. ¿Irme por qué? ¿Por ser GAY? ¿Por recibir un beso de un amigo? En la vida.
El encargado lidiaba con esa “fiera” que insistía en que le estábamos molestando. Nos levantamos mientras el resto de comensales nos miraba atónitos y nos decían que no nos fuéramos, que los que tenían que irse eran ellos. Este padre de familia de unos 40 años, junto a su servidora mujer y sus hijos con educación y principios de dudoso valor. Pobres por tener a un padre así. Me levanté junto a mi amigo, y decidimos irnos pero la gente no nos dejó. Se levantaron como 10 personas que nos mostraron su apoyo y su cariño.
NO NOS FUIMOS. Se fue esa familia, mientras el “padre” decía que como el encargado no hacía nada entonces eran ellos los que se iban. Vivir esto en primera persona DUELE. Mucho más que un puñetazo en toda la cara. Me sentí pequeño, distinto por primera vez en mi vida.
ESTA ES MI DENUNCIA. MI DENUNCIA SOCIAL.
MI APOYO INCONDICIONAL A TODOS LOS QUE HAYÁIS PASADO POR ALGO PARECIDO.
MI APOYO INCONDICIONAL A TODOS LOS QUE HAYÁIS PASADO POR ALGO PARECIDO.
Mi agradecimiento a todas esas personas que sin conocerme se acercaron y me cogieron del brazo para no irme. Gracias al staff VIPS PLAZA DE LOS CUBOS.
Gracias a mi familia por quererme.
Gracias a mi familia por quererme.
Desde este momento esta historia no es solo mía, es tuya que la estás leyendo. Si la quieres compartir, hazlo.
STOP HOMOFOBIA
La verdad es que la noticia ha corrido como la pólvora entre las redes sociales y los blogs especializados a lo largo de toda la semana. El propio Gabi se ha sorprendido de la repercusión que ha tenido algo que nunca debió ocurrir.
Como él, yo también tengo un agradecimiento que hacer. Pero es a Gabi. Por su valentía al denunciar y al dar a conocer este lamentable hecho. Por intentar luchar contra lo que es injusto. Y por compartirlo con todos para que nos demos cuenta de que sí, sigue existiendo homofobia en España. Aunque tenga los días contados.
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comment-956
No sé, me da coraje pensar así pero dudo un poco de la veracidad de esta historia.