marzo 2nd
Twitter te da aaaalas
Me resulta muy llamativo el ritmo que ha tomado últimamente el nivel de cagadas virtuales de algunas celebridades. Vertiginoso, desde luego. El cantante David Bisbal decía hace unas semanas respecto a la revolución en Egipto: «Nunca se han visto las pirámides de Egipto tan poco transitadas, ojalá que pronto se acabe la revuelta«. Este tweet generó una cadena de comentarios de mofa realmente divertida. Pobretico. Para que luego digan que los periodistas ya no hacemos falta; pues bien que le hubiera venido uno como asesor. Ay Manolete, si no sabes torear, ¿pa’ qué te metes?
Otras veces, las declaraciones no se hacen directamente en Internet pero Twitter y Facebook contribuyen al efecto bola de nieve, eso que en Publicidad se llama marketing viral y que hoy parece ser la madre de todas las campañas. Tal fue el asqueroso caso de Sánchez Dragó y su flagrante pedofilia o, de manera más reciente, el de John Galliano con la casa Christian Dior, que ayer mismo decidió despedirle tras una serie de polémicas por sus repetidos comentarios antisemitas. Un vídeo publicado por el diario sensacionalista británico The Sun ha sido la prueba definitiva para bajarle los humos a quien parece haberse olvidado de que los mismos a quien él defiende estando borracho (o sea, mostrando su verdad sin tapujos) son aquellos que le hubieran gaseado tras marcarle con un triángulo invertido. El hecho plantea también la cuestión de cómo alguien puede ser un genio en una determinada disciplina -su arte es incuestionable- y un monstruo en todo lo demás, pero de eso hablaré otro día.
Lo que antes podía quedar en un simple encontronazo o en un comentario desafortunado en una charla entre amigos hoy puede costarte el puesto, ya ven. Máxime si eres una celebridad. Es curioso ver cómo el Mundo 2.0 nos ha pillado casi de sopetón, y mira: las discograficas no saben qué hacer con la piratería y los famosos no saben cómo gestionar una simple cuenta de Twitter. Millones de usuarios se preguntan cada día cómo puede afectarles en un hipotético proceso de selección de personal su rastro virtual. Podría deducirse que hay un alto índice de analfabetismo digital, y que este será suplido por las generaciones venideras nacidas con las TIC implantadas de serie. Me gustaría decir que los profesionales de la comunicación desempeñamos en esa coyuntura un papel importante, pero no es así; de hecho, somos de los más pintamonas en esta sociedad. Para triunfar en el ámbito de las redes sociales no hay que ser periodista, ni especialista, ni populista, ni nada que termine en -ista. Ni siquiera lista. Los expertos teóricos intentan hacerlo en todos su ensayos y conferencias tratando de dar fórmulas magistrales en esa odiosa carrera eterna que tienen por ser el primero en etiquetar un fenómeno social, pero de repente viene un niñato geek de veinte años de Lousiana y les revienta el invento.
Internet en general y las redes sociales en particular están a las puertas de desatar un boom del personal branding, o lo que es lo mismo: la gestión de la imagen personal que proyecta cada uno de nosotros. Eso que siempre hemos transmitido de manera individual a través de nuestra indumentaria, nuestros modales o nuestra forma de andar lo hacemos también ahora de manera pública a través de las redes sociales. Dicha imagen influye tanto en nuestras posibilidades de desarrollo profesional como en nuestras relaciones sociales e incluso amorosas. El potencial es enorme, pero como en todo recurso, al final su aprovechamiento depende del uso que cada cual le dé.
Como siempre, los que me conocen saben que me quedo prendado de las ironías de la vida. Como esa que le ha dado a Twitter el logo de un pajarito azul, de inocente pío, como quien dice con rintintín aquello de Twitter te da aaaalas…