noviembre 22nd
Wikileaks y el Periodismo de verdad
Su editor y fundador, Julian Assange, es australiano, tiene 39 años y es una de las personas más buscadas por el ejército de Estados Unidos debido a las mencionadas filtraciones (en inglés, leaks) y a vídeos como el que ustedes pueden ver más abajo. En él se aprecia cómo el ejército estadounidense abate desde un helicóptero Apache a nada menos que doce civiles en un suburbio de Bagdad, entre ellos un fotógrafo de la agencia Reuters y dos niños en el interior de una furgoneta. Este es el calibre de sus revelaciones. Como podrán imaginar, la vida de Julian Assage no es nada fácil. Va de acá para allá como un hacker intentando dejar el mínimo rastro posible a su paso. Sólo del Pentagóno le persigue en exclusiva un operativo de ciento veinte personas. Suecia le ha negado el permiso de residencia porque tiene pendiente una investigación por supuesto acoso sexual, lo cual, sea cierto o no, es la baza perfecta para los muchos que quieren su cabeza en una bandeja. Algunos de los que han trabajado con Wikileaks con él ya han sido asesinados, como dos abogados que defendían los Derechos Humanos en Kenia. Por si todo ello fuera poco, alguno de su ex-empleados asegura que es un tirano, y en el gremio de periodistas no siempre es bien recibido. La situación en la que se halla su organización es tal que Julian Assange intenta centralizarlo todo en él mismo, lo cual nos conduce a la reflexión de hasta qué punto es legítimo que una sola persona controle tanta y tan sensible información. Desde muchos otros frentes se le acusa de haber revelado más información de la cuenta al haber facilitado la identidad de algunas de sus fuentes, ahora susceptibles de ser atacadas por ello. Él se defiende ante esto aduciendo que Wikileaks retira uno de cada cinco documentos de media. Lo mismo le caen premios de Amnistía Internacional que críticas de The New York Times. Es, en resumidas cuentas, una de esas personas de nuestro tiempo que logra ser considerado héroe y tirano al unísono.
A este héroe-villano le ofende que le llamen periodista. Y no le faltan razones. Asegura que lo que actualmente denominamos Periodismo no es más que una correa de transmisión de los poderes fácticos, una especie de continuo peloteo a un sistema de retroalimentación perverso. Yo no podría estar más de acuerdo con él. Es por ello que les hablaba al inicio de mi fascinación por Internet. Si bien la mayor parte del contenido de la Red es basura, repetición o ambas cosas a la vez, si uno sabe buscar encuentra voces disidentes con fundamento. Personas que, al contrario que la mayor parte de los periodistas, no consideran a Internet un medio de comunicación convencional y por tanto, no ven el porqué se le deberían aplicar las reglas de estos. Una de las grandes virtudes del nuevo medio es, a mi modo de ver, que nos puede ayudar a todos a discernir entre dos tipos de periodistas: los que ven en él una amenaza al poder que tan cómodamente han ostentado durante mucho tiempo y aquellos que lo plantean como una poderosa herramienta para, más que nunca, conocer y difundir la verdad.
No me digan pues que las crisis sientan mal a todo el mundo. La específica del Periodismo lo pinta más interesante que nunca.