septiembre 16th
Hiprostitución
Recientemente, unas fotografías publicadas por el diario El País han sacado los colores al Ayuntamiento de Barcelona, tan acostumbrado a sacar pecho cuando se habla de civismo. Para escurrir el bulto, nada mejor que recurrir a la táctica si no te ven, no existes. Y todas a hacerlo bajo techo.
Así pues, las instituciones esconden a las prostitutas porque hacen feo, como el que esconde la pelusa bajo la alfombra para que no se vea. Esos hombres y mujeres escondidos, esas personas tan dignas como cualesquiera otras, son prostitutas o chaperos por su trabajo y parias por su gobierno. Sufren, pues, una doble discriminación.
En contra de la legalización, el principal argumento es que la prostitución es un modo de esclavitud, ya sea legal o no. Comparto esta opinión, pero está claro que la prostitución no va a desaparecer. No podemos, entonces, bloquearnos de aquí a la eternidad. Ilegalizarla o ignorarla (tal como hoy se hace) sólo añade un problema más. ¿Hasta cuándo se va a permitir que la clandestinidad emponzoñe aún más el oficio? Yendo más allá, creo que no tenemos las agallas para enfrentarnos a la cuestión. Yo creo que un pueblo valiente es el que mira a sus problemas a la cara. La moral puritana sobre la que se erigen los pilares de nuestra sociedad nos impide legalizar el negocio del sexo, aunque parece ser mucho más laxa a la hora de participar de él.
Los medios de comunicación dan buena muestra de esta moral de doble rasero, o customizada, como se diría hoy día. Los periódicos lideran el cinismo aquí, por un lado denunciando la trata y por otro lucrándose con anuncios “de contactos” [sic.].
Las posturas en el debate sobre la legalización de la prostitución no son de derechas ni de izquierdas. Así, por ejemplo, Izquierda Unida (IU) se opone a la legalización, mientras la inefable Esperanza Aguirre (PP) ha articulado la primera sensatez de su vida al decir que lo contrario a legalizarla es una hipocresía.
El debate, recordemos, no gira en torno al ejercicio en sí; no sería real debatir sobre su erradicación puesto que esta es imposible. Lo que se discute es si queremos airear nuestros propios trapos sucios, convenientemente ocultos bajo una espesa capa de moral cristiana, o echarle más tierra hasta que alguien en el futuro reabra el asunto para rumiarlo por enésima vez. Todos sabemos que nadie rechistará si se pasa página, pues ellas y ellos son un colectivo indefenso sin voz ni voto. Y así hasta la próxima vez, todos callaremos como putas.
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comment-1228
Más de acuerdo no puedo estar.
Ojalá te oigan.
comment-1227
A ver, dos cositas:
Como tu bien dices, hasta donde yo se, la prostitución per se no es un delito. Lo que sí lo es es la explotación sexual. Por lo que entonces, pregunto yo: ¿Y si en vez de seguir dandole vueltas a la legalizacion, ilegalización, abolición… no asumimos que existe, ha existido y existira siempre, y nos preocupamos xq estas señoras tengan en su trabajo unas condiciones de salubridad minimas?
Y, en segundo lugar… ¿me puedes expicar que es la moral customizada? Tu sabes Julio que a mi, me sacas del castellano de toda la vida, y ya me pierdo…:P