enero 18th
Domingos en el parque
Ana es una chica de lo más normal. Cumple debidamente con sus obligaciones, paga puntualmente sus impuestos, y su filosofía de vida se podría resumir en un «vive y deja vivir». Vive con su novio desde hace mucho tiempo, y la verdad es que les va muy bien. También le gusta participar activamente de la vida cultural de su ciudad. Su ciudad es pequeña, y los ciudadanos que en ella viven acostumbran a ir al parque central todos los domingos. Allí pasean en familia, y mientras los niños juegan, los adultos charlan sobre lo sucedido durante la última semana. Suelen decir que eso les hace sentir más unidos, como una gran familia. Aunque Ana es realmente sociable, no le gusta ir al parque central los domingos.
María vive en la misma ciudad. Cumple debidamente con sus obligaciones y paga puntualmente sus impuestos. Vive con su marido y su hija, con quienes gusta de ir al parque central todos los domingos.
Ana y María se conocen desde hace muchos años, pero no son amigas. María siempre ha cuestionado el estilo de vida de Ana, pese a ser parecido al suyo en muchos aspectos. En innumerables ocasiones, María ha tratado de convencer a Ana de que ir al parque central los domingos sería bueno para ella. Al principio la persuadió un par de veces, y fue cuando Ana descubrió que aquello no le gustaba. Pero María nunca ha comprendido esa decisión, no logra entender que a Ana no le resulte positivo. A veces intenta justificarla para sí misma pensando que quizá no ha ido al parque central lo suficiente. Aunque Ana participa activamente de la vida cultural de la ciudad, María cree que debería ir al parque central los domingos para ser una ciudadana de verdad. En efecto, no la considera igual de «buena» que quienes han decidido sí ir, así llueva o truene. En el fondo, piensa que a Ana le traerá serios problemas el no hacer lo mismo que ella.
Ana, por su parte, nunca ha pretendido que María deje de hacer su ritual dominical con su familia cada semana, ni piensa que es peor ciudadana por ir al parque central cada domingo con todos los demás, a sentirse en familia.
Ambas, no obstante, tienen algo en común además de la ciudad: saben que esa diferencia las separará cada vez más, saben que si ahondasen en ella podrían llegar a hacerse mucho daño, y saben, por todo ello, que no llegarán a ser amigas jamás.
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comment-1350
Impresionante.
Pero imaginate que la gente hace como María y deja de ir a los parques. Entonces llegaría un momento en que no se abrieran mas parques, y mi pregunta es: ¿Existirían suficientes vallas de obra en el país como para dar cabida a todos los jubilados desterrados de los bancos del parque?
Hala, piensalo y me cuentas.
comment-1349
Me alegro que lo hayas entendido del modo en que yo lo quería transmitir, Sr. Rawley.
comment-1348
Ah si? Pues te prometo que ha sido casualidad 😛