Hoy se celebra el Día Internacional de la Niña. Sí, en femenino. Porque existen, por desgracia, infinidad de razones por las que centrar la atención en ellas.

Componen una población de unas 1.100 millones de personas en todo el mundo. Algunas de ellas van al colegio, juegan con otras niñas y niños, montan en bici, comen varias veces al día, duermen en una cama caliente y crecen felices. La mayoría de esos 1.100 millones, sin embargo, sufre discriminación de género.

Las niñas entre 5 y 14 años dedican un 40% más de tiempo que los niños de su misma edad a las tareas domésticas, lo cual influye negativamente en su desarrollo personal y profesional.

Más de 20.000 son obligadas a casarse cada día sin haber cumplido la edad mínima permitida por la ley, según la ONG Save the Children.

El matrimonio infantil de niñas sirias en Jordania se ha duplicado desde que comenzó la guerra. Un 48% de las niñas sirias que han huido a Jordania han sido obligadas a casarse con un hombre al menos diez años mayor que ellas.

Unas 20.000 menores dan a luz cada día en el mundo.

100.000 pequeñas están desprotegidas por las leyes de sus países, sobre todo en el África subsahariana y debido a razones religiosas.

Las adolescentes que se encuentran en zonas de conflicto tienen un 90 por ciento más de probabilidades de no acceder a la escolarización en comparación con las niñas de los países sin conflictos.

Cada 10 minutos, una adolescente muere en algún lugar como consecuencia de la violencia.

Más de 30 millones de niñas están en riesgo de sufrir mutilación genital en los próximos 10 años, según la ONG Plan International. 86 millones sufrirán algún tipo de mutilación genital en 2030. Actualmente afecta a unos 140 millones de mujeres, sobre todo en el África nororiental.

El objetivo número 5 de los 17 Objetivos para cambiar nuestro mundo de las Naciones Unidas busca conseguir la igualdad de género y empoderar a todas las niñas y mujeres. Pero quizá les suene a una mera declaración institucional de intenciones. Puede que ustedes, que están leyendo esto desde su sofá con el móvil o la tablet en la mano, crean que no pueden hacer nada por todas esas menores en todos esos lugares del mundo. Y la verdad es que lo tienen difícil. Pero sí está en su mano tratar a su hija o su sobrina de igual manera que lo haría con su hijo o su sobrino. Explicando a su pequeño que no tiene por qué salvar a las niñas por el hecho de ser niñas, ya que ellas saben salvarse solas. Haciéndole ver a cada una de ellas que su vida y su éxito no dependen de nadie que no sea ella misma, y que casarse o tener hijos es sólo una opción entre muchas otras. Que no es una media naranja. Que no tiene por qué ser una princesa, sino que puede ser científica o política. Descubriéndole que, en efecto, ella pueden ser lo que quiera ser.