abril 2nd
¿Es España el país más ‘transfriendly’ que existe?
Los españoles somos los que más defendemos la igualdad de las personas transgénero. O, al menos, eso es lo que concluye un reciente estudio elaborado por IPSOS en 16 países*. El 81% de la población española es partidaria de que las personas trans tengan acceso a intervenciones quirúrgicas que permitan materializar su identidad de género. Eso es un porcentaje muy superior a la media mundial, situada en apenas un 69%. Además, 8 de cada 10 españoles cree que el Gobierno debería tomar medidas para proteger a este colectivo, cuyo día de la visibilidad se ha celebrado este pasado fin de semana.
Pero ahí no acaba la cosa, por fortuna. El 74% está a favor de que las personas transgénero puedan adoptar y el 76% de que puedan concebir, superando con creces la media mundial del 59%. Acostumbrados como estamos a darnos con el látigo en la mayor parte de los rankings, he aquí uno en el que podemos sacar pecho… al menos en la teoría. En el gráfico que os muestro abajo, obtenido del citado informe, podéis ver las respuestas en los diferentes países a varias preguntas, coloreadas de rojo (más hostil) a verde (menos hostil).
Hay una respuesta de las que se dan en España que me llama especialmente la atención. Una de las dos únicas que no nos sitúan a la cabeza, y es la respuesta al enunciado «Las personas trans tienen dones espirituales únicos». Tan sólo el 9% de los españoles está de acuerdo con dicha afirmación. Puede que, sencillamente, sea lo lógico en un país que en líneas generales reconoce su igualdad. En el otro lado de la balanza, Serbia, con una iglesia ortodoxa que llega a más del 80% de la población, muestra las actitudes más retrógradas respecto a las personas transgénero. En el siguiente gráfico puede apreciarse cómo la mitad de los serbios dice estar preocupado por exponer a sus hijos a personas trans. De exponerlos a personas tránsfobas u homófobas no han dicho nada.
Sin embargo, Serbia no se lleva el premio a la transfobia en todas las respuestas. El país al que le encanta autodefinirse como de la libertad, Estados Unidos, es líder en hostilidad al estar más que ningún otro de acuerdo con la afirmación «La sociedad ha ido demasiado lejos permitiendo que la gente viva y se vista como del sexo contrario al que tiene biológicamente». Parece que el 36% de los estadounidenses tiene un peculiar concepto de lo de land of the freedom. Además, en Estados Unidos, el 32% opina que los trans cometen un pecado por el hecho de serlo. ¿Adivináis qué porcentaje de la población estadounidense está bautizada como católica? ¡Bingo! Justo un tercio.
Pero volvamos a España. ¿Son estos datos sorprendentes? En realidad, no. España lidera este mismo ranking desde hace años y, de hecho, la opinión pública a favor del matrimonio igualitario, aprobado en 2005, rozaba el 70%. En estos trece años, a esa opinión se ha sumado toda una generación de jóvenes criados en una sociedad plural que no pone el grito en el cielo por ver a alguien trans besar a su pareja en prime time dentro del programa más visto del año.
Parece que los datos son positivos pero, ¿está reflejada esta actitud de la población española en las leyes? ¿Va la opinión en las encuestas por un lado y la realidad por otro? Por el momento, sí. No existe ninguna ley de ámbito estatal que proteja de manera específica a la población trans. Sí existe la ley 3/2007, considerada todo un avance en su día porque no exigía la cirugía genital como condición para el cambio de sexo y nombre. En 2018, la cuestión gira en torno a la reforma de esa ley. El pasado noviembre, el Congreso de los Diputados admitió a trámite, con el voto del PP en contra, una proposición de ley (PL) impulsada por el PSOE para modificar dos artículos de la ley 3/2007, de modo que los menores transexuales puedan cambiar su nombre y su sexo de la mano de sus representantes legales. Por su parte, Unidos Podemos registró el pasado 23 de febrero en el Congreso su proposición de ley integral sobre transexualidad, entre cuyas medidas destaca que los menores puedan elegir su sexo entre masculino, femenino o no binario. Unidos Podemos ya había presentado en septiembre su proposición de una ley de igualdad LGTBI, en la que había incluido medidas para proteger a los menores trans.
El autobús de la infamia que la asociación ultracatólica Hazte Oír sacó a pasear el año pasado por diversas ciudades consiguió exactamente lo contrario a lo que pretendía. No sólo espoleó el apoyo de la población general a las personas trans, sino que además sacó a relucir la terrible situación a la que se ven sometidos miles de menores en este país por el mero hecho de tener una identidad sexual distinta a la de su sexo biológico. Hace apenas un mes y medio, Ekai, un menor de 16 años, se suicidó en Vizcaya, harto de tantas trabas. En España no hay estudios ambiciosos al respecto, pero sí los hay en otros países, y los datos son preocupantes. Un informe publicado en 2014 en Estados Unidos concluyó que un 41% de las personas trans ha intentado suicidarse alguna vez en su vida. En Australia, un estudio reveló el año pasado que los adolescentes trans tienen 10 veces más posibilidades de sufrir depresión y ansiedad que el resto de jóvenes, y que un 48% de ellos ha intentado suicidarse, frente al 2,4% de la población adolescente general.
La revolución trans que vivimos en los últimos años no es porque sí. Aunque ellos y ellas han luchado de la mano con nosotros los homosexuales, su lucha en realidad no concierne a la orientación, sino a la identidad sexual. Se trata de algo bastante más complejo. De hecho, un transexual puede ser hetero, homo o bisexual. Por eso han sido personas menospreciadas dentro de las personas menospreciadas. Incomprendidos que han servido de mofa, abuso o, en el mejor de los casos, indiferencia. Por eso, su avance es el avance de toda nuestra sociedad. Ahora es su momento.
*Argentina, Australia, Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Reino Unido, Hungría, Italia, Japón, Polonia, Serbia, Corea del Sur, España, Suecia y Estados Unidos. Puedes descargar el estudio de IPSOS aquí.
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