febrero 9th
Cuando la Justicia no viste de toga
Imagen: Eneko
Hoy es uno de los días más tristes para la democracia en España y, por tanto, para millones de españoles. Yo me incluyo entre ellos. La condena al juez Baltasar Garzón por las escuchas en la investigación de la trama de corrupción Gürtel asociada al Partido Popular constituye un insulto hacia toda una sociedad, ya aquejada de por sí de muchos otros males. Llega además en un momento en que lo público vive siendo cuestionado y vapuleado a diario.
Así la cosas, resulta que Garzón se ha convertido en la primera víctima judicial del franquismo y de la trama Gürtel. Hoy es el día en que se ha colmado el vaso de la desconfianza ciudadana hacia la justicia española, a partir de ahora Justicia S.A. al servicio de los más rancios intereses de este país. Hoy es el día en que millones de personas han dejado de creer en la instituciones que articulan el Estado donde viven. Hoy es el día en que ha triunfado el olvido sobre la memoria. Hoy es el día en que ha quedado demostrado que lo poderoso y lo reaccionario son, aquí y ahora, lo mismo.
La hija del juez, María Garzón, ha dedicado esta carta a los que hoy brindarán con champán. No son pocos. Y lo peor no es su cantidad, sino el poder que detentan. Son los encargados de mantener el statu quo, de tapar la corrupción con la mantilla y de velar para que los crímenes del franquismo sigan impunes. No en vano, el partido político que les permite participar de un juego que en su día aborrecieron es heredero de la dictadura.
¿Y ahora qué? Nos preguntamos muchos. Pues ahora llega el tiempo de ser más fuerte porque se avecinan tiempos aún más oscuros. Sí, aunque ustedes no lo crean, pueden ser más oscuros. Lo serán. Con una reforma laboral a la vuelta de la esquina que va a costarle al Gobierno una huelga (en palabras de Rajoy) porque será extremadamente agresiva (en palabras de De Guindos hoy mismo en otro micro abierto -la estrategia ya huele-) y un partido conservador en el poder dispuesto a cargarse hasta el último resquicio del Estado de Bienestar, me temo que es momento de armarse de valor. Sin embargo, pedirles a milllones de jóvenes que luchen por un futuro mejor en un país donde ha dejado de existir la justicia es mucho pedir. Demasiado.
El panorama que se presenta a mi generación es devastador. Dicen que somos los más preparados de la historia de este país, pero caramba, no está previsto en los planes que vivamos como tal cosa. No es de extrañar entonces la terrible fuga de talento que ya se está produciendo y que hechos como el de hoy precipitan, con consecuencias nefastas a largo plazo para un país cuyo perfil medio de trabajador va a caer en picado en el momento en que más pudo haber ascendido.
No nos exiliamos. Nos exilian.