octubre 15th
Gran Hermano no empieza hoy
Parece que hoy el mundo gira en torno a Internet, y parece a su vez que Internet gira en torno a las redes sociales. Buena parte del éxito comercial de estas redes se debe a que ofrecen a los anunciantes una nutridísima base de datos de usuarios gracias a la cual pueden realizar campañas de publicidad con un mayor impacto en el target seleccionado. La época de las grandes campañas dirigidas a todo el público es historia. Ya comenté en algún otro momento que la microsegmentación es una de las principales características de la comunicación de hoy, sea de carácter comercial o no.
Además de servir a las empresas para ganar en efectividad y ahorrar en costes -anunciarse en Internet es infinitamente más barato que hacerlo en televisión-, los departamentos de recursos humanos han descubierto en las redes sociales todo un filón. Que un 54% de las empresas veten en sus oficinas el acceso a estas páginas en horario laboral nos parece lo más normal, a pesar de que está demostrado que aquellas que no las vetan han visto crecer su productividad. Pero, ¿cómo te sentirías si supieras que controlan cada paso on line que das también en tu tiempo personal? Una consultora estadounidense -¡faltaría más!- llamada Social Intelligence ofrece el servicio de espionaje de empleados y se queda tan pancha. Al parecer, se dedican a rastrearte en Google, Facebook, You Tube, Flickr, Twitter y todo lo habido y por haber para averiguar hasta las pellas que hiciste en el instituto. El columnista y blogger estadounidense Mike Elgan asegura en Datamation lo siguiente:
Ahí es nada.
Con el avance de las nuevas tecnologías se abren nuevos debates. El de la privacidad en la Red no es del todo nuevo, pero ha sido relanzado por el auge de las redes sociales, alentado por la multitud de lagunas legales y el carácter supranacional de Internet. En un momento en que puede seguirse con cámaras a cualquier persona desde que sale de casa hasta que vuelve a entrar, la privacidad se ha convertido en una de las bases más vulnerables de nuestras vidas. Pero es también algo a lo que vamos renunciando nosotros mismos poco a poco. Si hace años nos aterrorizaba la simple idea de que cualquier persona con un mínimo de recursos y algunos conocimientos pudiese leer nuestro correo privado o entrar en nuestro PC, hoy todo eso nos alerta mucho menos. Es esa precisamente una de las batallas ya ganadas por los defensores del Gran Hermano.
Por suerte, Europa no es Estados Unidos. Aquí las leyes de protección de datos son bastante más férreas que allá. En Alemania, por ejemplo, existe una ley según la cual está prohibido que una empresa monitorice la actividad de una persona en redes sociales que, como LinkedIn, no sean específicamente para asuntos profesionales. Aquí, la Agencia Española de Protección de Datos (AGPD) se encarga de este tipo de asuntos, aunque como todo organismo público, tarda demasiado en actuar. Lo que sí está directamente en nuestras manos es el encargarnos de dejar el mínimo de huella a nuestro paso virtual. He aquí algunos consejos prácticos para navegar por Internet del modo más privado posible.
El avance hacia una sociedad íntegramente controlada mediante las nuevas tecnologías parece irrevocable, pero al menos podemos postergar al máximo ese momento en que el Gran Hermano, ataviado del modo más inocente posible, llegue a nuestro dormitorio para quedarse.