Como todos ustedes ya saben, el Papa visitará España este fin de semana. Benedicto XVI acudirá a Santiago de Compostela y a Barcelona como preludio a su visita por la XXVI Jornada Mundial de la Juventud en Madrid en agosto del año próximo. Por la capital catalana ya pueden verse algunos balcones de donde cuelgan banderas del Vaticano. Sin embargo, la llegada del sumo pontífice a la Condal ha causado un profundo rechazo, y no faltan razones.

22 pantallas gigantes. 36.000 sillas. 12 manzanas sitiadas. 5.300 familias afectadas. 2.000 periodistas acreditados. El Papamóvil partirá de la Plaza de la Catedral a las nueve de la mañana y llegará media hora más tarde a la Sagrada Familia, donde Benedicto XVI será recibido por Juan Carlos I -¡claro que sí! El jefe de Estado demostrando que España ‘es aconfesional-‘. En ese recorrido, habrán de ser retirados unos cuatrocientos vehículos. La retransimisión del evento a través de TV3 (la televisión pública de Cataluña) supondrá un coste de 800.000 euros a cargo de la Generalitat. En total, la visita del Papa costará cerca de dos millones de euros, gran parte de los cuales procederán de las arcas públicas catalanas.

A mí me parece estupendo que este señor viaje por todo el mundo en jet privado y con pensión completa, igual que lo hacen los directivos de otras grandes empresas, pero como el resto de empresarios, debería costearlo íntegramente su propia organización. Además de causar un caos monumental, su visita supondrá un importante gasto en tiempos de crisis. Desde el Ayuntamiento de Barcelona justifican tales cantidades arguyendo que la ciudad espera ganar cerca de 30 millones de euros gracias a la llegada de turistas y a la proyección internacional que esperan conseguir con esta visita.

El representante del Papa en España, el nuncio Renzo Fratini, adelantó la semana pasada que Ratzinger hablará sobre la importancia de la vida (esto es, soflamas reaccionarias contra el aborto en un país donde ese debate ya está superado) y de la unidad de la familia (entiéndase la tradicional, la patriarcal, esa que, a pesar de ser cada vez más atípica, sigue siendo la única que cabe en la mente de esta gente). Benedicto XVI será muchas cosas, pero tonto no es. Sabe que su imagen de cardenal de hierro le es contraproducente. Sabe también que los innumerables casos de pederastia que van saliendo a la luz han contribuido a separar a su Iglesia de la sociedad, secularizada además por muchos otros factores. Por ello ha convertido la lucha contra la pederastia dentro de la jerarquía eclesiástica en su máxima cruzada. Ahora. Porque en el pasado fue cómplice de tal aberración al ocultar casos que él mismo conocía. Hasta poco antes de convertirse en Papa, achacaba esos escándalos a una campaña mediática de desprestigio de la Iglesia, tal como aseguró en una visita que realizó a la Universidad Católica de Murcia en noviembre de 2002.

El descontento ante la pleitesía que nuestras autoridades y nuestro dinero rendirán ante este monstruo se ha plasmado en una campaña. Por una vez, las voces disidentes han logrado ser una sola. Diversas entidades laicas, juveniles, homosexuales y feministas, entre otras, han formado la plataforma Jo no t’espero (en catalán, ‘Yo no te espero’) cuya imagen es la adjunta. Mañana mismo, servidor pasará a recoger una pancarta por el número 44 de la calle Avinyó de Barcelona para colgarla en el balcón. Pero ahí no queda la cosa. Dicha plataforma ha convocado una concentración pacífica en la Plaça Sant Jaume (sede de la Generalitat de Catalunya) el próximo 4 de noviembre a las siete de la tarde para defender la laicidad del Estado, ya que estamos hartos de que el Concordato firmado bajo el régimen franquista siga teniendo más validez que la propia Constitución -¿no era ‘magna’ su adjetivo?-. Por último, el propio día de la visita del pontífice tendrá lugar una flashmob -esto es, una quedada espontánea promovida a través de los móviles y las redes sociales- en la Plaza de la Catedral al paso del Papamóvil, en la cual nos besaremos un buen puñado de parejas homosexuales. Un morreo gay ante el Papa, vamos. La cita se ha dado en llamar Queer Kissing Flashmob y ha sido censurada dos veces por Facebook. Eso sí, dicha red social sí que permite la existencia de grupos homófobos como el titulado Únete si odias a los gays, activo desde hace al menos cuatro meses. De todos modos, el evento se ha vuelto a crear y les animo a que asistan a él, independientemente de su orientación sexual. El domingo 7 de noviembre a las nueve de la mañana en la Plaza de la Catedral.

Toda acción es poca para hacer ver a Benedicto XVI que, pese a todo el mastodóntico despliegue, incluso pese a que nosotros pasemos desapercibidos en los medios ante su visita, la mayoría de los jóvenes y buena parte de la población general no esperamos a un señor millonario que dice representar la humildad, cómplice de pederastia, silente ante ciertos crímenes, máximo cargo de una organización oscura y antidemocrática, y terrorista de la salud pública. Nosotros NO TE ESPERAMOS.