Sé que no soy nada original eligiendo esta fotografía como la más importante para mí del ya extinto 2012. Sin embargo, la he seleccionado porque creo que es el símbolo de los últimos doce meses. Ha sido el quinto año consecutivo de crisis mundial. ‘Otro año más de desempleo, recesión, rescates…’, dirán ustedes, lectores abnegados. Pues no.

2012 no ha sido otro año de crisis. Ha supuesto un punto de inflexión. La desesperación y la tristeza han sido tales durante los últimos años que ya han colmado su cupo. Se han rebasado y han dado origen a otra cosa. Han dado paso a la esperanza. Por supuesto, ese reparto de la esperanza ha sido desigual. En mi última entrada comentaba precisamente cómo una buena parte de España se regodea en su sufrimiento. Pero otra parte, cada vez más ruidosa, clama y actúa por una salida.

Uno no sale a protestar a la calle, se encierra en un colegio o se planta con una tienda de campaña en la puerta del hospital donde trabaja si no tiene un mínimo de esperanza. En su fuero interno sabe que hay alguna manera de cambiar su pequeña parte del mundo. A veces no está seguro de si realmente esa es la forma correcta, pero sí sabe que es mejor que quedarse de brazos cruzados, y que luchando se encuentra el camino. Esos gestos han copado los medios de comunicación de este país a lo largo de todo 2012, más allá de los sombríos ministros, banqueros y demás fauna encantada de que todo (lo prójimo) se vaya a la mierda.

Pues bien. Obama representa aquí todo eso. Un político que marcó un hito en 2008 y sobre el que recayeron entonces millones de esperanzas. La crisis se encargó de apagarle los fuegos artificiales, de deshinchar el fenómeno Yes we can y de devolverle a la cruda realidad de los tiempos. Recibió un cuestionable Nobel de la Paz en 2011 y no cumplió parte de sus promesas, aunque desde luego, no lo hizo de la misma manera que nuestro Rajoy. Aquí aparece abrazado a su esposa, Michelle Obama, de igual modo que muchos deciden tornarse hacia lo más íntimo para capear el temporal. En mangas de camisa, sin vestimenta de presidente de los Estados Unidos. Y bajo un cielo en el que, a pesar de estar nublado, se intuye la luz del día. Desde luego, esta foto debería formar parte de los libros de Historia del futuro. La revista Time ha vuelto a elegirlo ‘Persona del año’.

‘Cuatro años más‘ decía el tweet (en trece caracteres) que acompañaba a esta imagen el pasado 6 de noviembre. No sabemos si ese es el tiempo en que tardaremos en salir de esta, pero si de algo estoy seguro es de que esos cuatro años se van a caracterizar, aquí y allá, por la vigilia.

En efecto, no soy nada original. Soy uno más de las 819.655 personas que han retwitteado o de las 304.744 que la han marcado como favorita en Twitter, y de las 2.746.00 que han dado un ‘me gusta’ en Facebook a la foto más vista de la historia de las redes sociales. Y eso es todo un planeta sediento de esperanza.