enero 5th
Mi carta al Rey
lo de querido es un decir, pero válgame para encabezar esta carta abierta cual niño ante los magos de Oriente en un día especial como es hoy, su cumpleaños y Noche de Reyes (me ahorraré chistes sobre oscuridades en este annus horribilis de su popularidad, señor).
Le escribo la presente misiva tras haber visto en TVE (la televisión de todos hasta hace poco, la de pocos desde entonces) su primera entrevista en doce años. Al igual que lo de querido, lo de entrevista es un decir. No soy de los ingenuos que esperaba -ni que exigía, a decir verdad- una entrevista de veras, de esas que le exigen a uno dar explicaciones a los ciudadanos, incluso que lo ponen en evidencia, de esas cuyo guión no está pactado desde hace meses. Pero ya que el publirreportaje era de un formato tan encorsetado, al menos podrían haberse esforzado en hacer de ello una charla amena. O, al menos, dinámica. ¡Qué sopor de veinte minutos! El programa especial que le sucedió, justo es reconocerlo, sí estuvo a la altura, aunque no logró contrarrestar las faltas esenciales.
Su casa, La Zarzuela, ha perdido aquí una oportunidad. Lo que pretendía ser un lavado de imagen tras un año nefasto para su popularidad -pese a que ha remontado en el último trimestre-, al final ha resultado tener el efecto contrario. Omitir las cuestiones que más preocupan a los ciudadanos (Urdangarín, Bostwana) no ha sido una buena idea. Les ha cabreado más. La actitud de Jesús Hermida como un mero cortesano a quien hubo que editar las preguntas por ser más largas que sus respuestas tampoco ayudó a transmitir una imagen de confianza al pueblo. No fue propio de una leyenda del Periodismo de este país. No le digo a usted que debiera haber caído en el populismo, pero había muchas maneras de haber tratado los temas peliagudos, como usted mismo demostró en su último discurso de Nochebuena.
Yo nací en 1983. Leer por ahí que los jóvenes de mi generación no le suelen apoyar ‘porque la Transición les pilla muy lejos’ provoca en mí un sentimiento entre la tristeza, la rabia y la decepción. Supongo que creen que la democracia viene de serie. O que emana de las redes sociales. Es de un egoísmo y una incultura formidables, lo cual no me sorprende en un país cuyos mozos dejan los libros para poner ladrillos. Pero si se para a pensarlo, es también un buen síntoma para este país -no tanto para los intereses de su familia, me temo-: los jóvenes españoles tenemos tan asimilada la democracia que no entendemos cómo puede haber un Jefe de Estado a quien nadie ha votado directamente. Porque, siendo francos (¡!) usted venía de manera indivisible en un pack constitucional muy jugoso.
Lo cortés no quita lo valiente. Todos sabemos que es usted mucho más de lo que La Zarzuela y TVE puedan enseñarnos en veinte minutos. Tan cierto es que a usted lo puso un dictador como que ha sido usted quien ha liderado el proceso para superar el horror de esa dictadura. Usted ha tenido un carácter conciliador como pocos reyes lo han tenido. Usted es una pieza clave en la vertebración de España. Usted fue el piloto de un cambio histórico que, a mi parecer, todavía no ha concluido. Suele hablarse de la Transición como un proceso acabado. Una visión que no comparto en absoluto. Puede que reconocer que esta es otra fase del mismo proceso sea una de las claves para salir del atolladero y, de paso, revalidar su imagen ante todos esos que no vivieron aquel 23-F y que cada vez tienen una influencia social mayor.
Como miembro activo de esa juventud, le transmito que nuestras inquietudes tienen que ver con el clamor por una democracia más participativa, más real, más democracia. Para nosotros, en ese sistema no caben los títulos vitalicios ni los cargos heredados. Somos hijos de la meritocracia. Concebimos la Monarquía como el anacronismo que es. Déjense, por favor, de maniobras ridículas como ‘modernizar la Casa Real’. ¿Alguien de su entorno se ha parado a pensar de veras en qué consiste eso? ¿Cómo diablos se moderniza una cosa regida por principios del Antiguo Régimen?
Por si aún no lo había notado, le comunico que yo creo en la República. No es, como algunos intentan vender, un sistema bueno per se, pero creo que es un buen comienzo para una sociedad que ni entiende ni ya necesita la figura de un rey. Usted tiene su cargo más que justificado ante los españoles. Quien lo va tener realmente crudo es su heredero, cuando llegue el momento (no tan lejano) de pasar de Príncipe de Asturias a Felipe VI. Puede que el cargo sea heredable, pero la legitimidad que debe acompañarlo no lo es.
Mucho me temo, señor mío, que el culmen de esa ‘España más igualitaria y más justa’ que ha predicado ante Jesús Hermida es la desaparición de la institución que usted representa hoy.
Atentamente,