febrero 13th
Muchos iPhones y pocos cojones
De tanto en tanto, alguien demuestra que se puede hacer algo bueno e importante con semejantes herramientas. Y eso es precisamente lo que han hecho en las últimas semanas los egipcios tras la mecha prendida con éxito en Túnez. Pueblos que hoy sufren el sambenito de ser señalados como germen de fundamentalismos resulta que son los únicos capaces de acabar con esos totalitarismos que han contado con la connivencia de nuestros gobiernos durante las últimas décadas. Fíjate tú.
Una sociedad en la que en nivel de penetración de las TIC es tan ínfimo en comparación con el nuestro ha logrado hacer un uso mucho más interesante de la Red, lo que viene a reafirmarme por enésima vez aquello de que quien poco tiene, mucho aprovecha. Esto es algo que bien sabían las autoridades egipcias, que conscientes del potencial dinamizador y dinamitador, cortaron Internet en las primeras horas de la revolución que ha acabado con la larga tiranía de Mubarak. ¿Y qué pasa cuando alguien prohíbe algo? Pues que no logra sino hacerlo más apetecible. Echen un vistazo a los niveles de acceso a las redes sociales durante esos días para comprobar que el mundo virtual y el mundo analógico no son cosas tan diferenciadas como se suele pensar. O lo que es lo mismo: la llamada Web 2.0 es en realidad un Mundo 2.0.
Como cualquier recurso, importa más lo que se hace con él que la herramienta en sí misma. Excepto aquí. Nuestro idiotizado entorno tiene iMacs, iPods, iPads y iPhones pero no sabe muy bien para qué. Podríamos ser el pueblo iMbécil. El otro día, sin ir más lejos, leía en Facebook a alguien con iPhone que preguntaba qué eran las apps esas, por el amor de Dios. Es el hombre el que define la tecnología y no al revés. Comprarse un ordenador de dos mil euros porque es muy blanco, muy minimalista y muy Sarah Jessica Parker parece ser lo más. ¿Para qué queremos tantos cacharros si no tenemos nada interesante que decir con ellos? Quizá más para observar lo que otros, denostados, son capaces de hacer con menos de la mitad.
Estos días leo infinidad de muestras de apoyo al pueblo tunecino, egipcio y lo que esté por llegar en el polvorín árabe. Algunas de esas manifestaciones de apoyo son sencillamente ridículas por el hecho de venir de quienes vienen. Queda muy cool, pero recuerdo como algunos de esos mismos clamaban desde su más áspera actitud burguesa contra la huelga general en España que el pasado 29 de septiembre rechazaba los recortes sociales propuestos por Zapatero en mayo. Se quejaron de los disturbios de entonces porque hacían ruido pero aplauden los que han costado vidas en Egipto y Túnez.
Y es que ver la guerra desde el palco afelpado en tan bonito…