marzo 13th
Inocencia en el caos
Sin embargo, como ocurre casi siempre, lo más horrible reside en lo menos espectacular. Analicen si no la foto adjunta. Me daría para escribir un libro entero. No hay olas gigantescas ni fuego ni casas destruidas ni vehículos arrastrados, pero estoy seguro que es la más sobrecogedora que he visto estos días. En ella, un funcionario japonés mide con un aparato la posible radiación de un niño. Si se fijan, al fondo de la fotografía hay otro haciendo lo mismo con una niña algo más mayor. El hecho se produce tras haberse registrado una explosión junto a uno de los seis reactores de la central nuclear de Fukushima, a unos doscientos cuarenta kilómetros al noreste de Tokio. Si bien no ha explotado el reactor en sí, su carcasa está dañada y los operarios se han visto obligados a liberar a la atmósfera gases radiactivos de manera controlada pero con consecuencias imprevisibles. De momento se está intentando refrigerar el núcleo con agua de mar y se ha evacuado a casi doscientas mil personas en un perímetro de veinte kilómetros en torno a dicha central, que a este paso se convierte en la Chernóbil de 2011. En la Escala Internacional de Eventos Nucleares hoy estamos en un nivel cuatro de siete. El único país donde han tenido lugar dos explosiones nucleares -Hiroshima y Nagasaki, 1945- ha revivido uno de sus peores fantasmas.
La central de Fukushima guarda siniestras similitudes con la de Santa María de Garoña (Burgos): ambas se construyeron en 1971, ambas emplean un sistema de agua en ebullción y ambas (en el caso de Fukushima, el reactor afectado) tienen cuatrocientos sesenta megawatios de potencia. Garoña tiene previsto cerrar en 2013 a menos que gane el PP, en cuyos planes está mantenerla en funcionamiento. Los detractores de la energía nuclear hemos encontrado en el suceso japonés un argumento perfecto para seguir oponiéndonos a ella. En un momento en que el petróleo está por las nubes y el debate sobre la energía nuclear está más de actualidad que nunca, muchos cacarean aquello de las energías renovables no son suficientes para cubrir nuestras necesidades, una mentira repetida mil veces que a punto está de convertirse en verdad para la opinión pública. Parece que no interesa demasiado hacer saber que la cantidad de luz solar que llega a la Tierra puede cubrir 2.850 veces las necesidades energéticas mundiales en sólo una hora o que la eólica puede satisfacerlas al menos cuarenta veces. Eso sin contar la energía hidráulica, geotérmica o eólica marina.
Lo contrario nos lleva a donde hoy estamos. Y donde hoy estamos es donde ven en la foto. Un adulto semi oculto atrincherado bajo mascarilla, guantes, gorro y batín médico guardando las distancias y apuntando hacia un niño que, sin saber nada de lo que ocurre, parece decir extrañado con sus bracitos en alto soy inocente.
comment-1015
buen post… la foto es sobrecogedora, al igual que el resto de imágenes fijas o en movimiento que nos llegan. Yo alabo la tranquilidad, el sosiego o quizás resignación con la que están viviendo la tragedia.
Por cierto… en las etiquetas, ya para redondear el post, quizás faltarían "Garoña", "Burgos" 🙂