noviembre 4th
Leyes a medida
Hoy mismo ha comenzado la campaña electoral para las elecciones generales del 20-N. Seguramente es la más inútil de las últimas décadas, ya que sabemos desde hace mucho que el PP las tiene ganadas, sobre todo desde que Zapatero firmó la sentencia de muerte socialista en mayo de 2010 haciendo públicos unos recortes sociales que han hecho historia. Hoy el CIS también ha publicado que el PP obtendrá 195 escaños (la mayoría absoluta está en 176) frente a los 121 del PSOE.
Ante esta catástrofe, como si no fuera suficiente con la mano que ya van a poder meter los grandes empresarios en nuestra pretendida democracia, se nos presenta un giro en las demandas de los grupos de presión, más conocidos como lobbies. Hasta ahora, en España han vivido en un limbo, pero esa laguna legal cambiará más temprano que tarde.
Los lobbies intentan influir en la actividad de los legisladores (conocidos como policy makers en el ámbito internacional) según los intereses del grupo en cuestión al que representan. De ahí que haya lobbies de diversas categorías:
– los sindicatos son en realidad el lobby más importante -y por tanto, más influyente- de cuantos existen. Gracias a sus presiones y negociaciones históricas hoy trabajamos 40 horas y tenemos derecho a presentar una baja laboral si nos ponemos enfermos, por ejemplo.
– las ONG también pueden considerarse lobbies, en el sentido que articulan algunos movimientos sociales como el ecologismo. A ellas les debemos que se hayan creado ministerios y agencias de medio ambiente y que haya leyes sobre contaminación o informes obligatorios de impacto medioambiental de una obra, por ejemplo.
– las asociaciones civiles también son lobbies. El derecho al aborto o al matrimonio homosexual han sido conquistas legales que no se entienden sin la acción de este tipo de lobbies. La contrapartida la ejercen grupos que, especialmente movidos por ese interés privado que es la religión, claman contra esos avances sociales. Lobbies en la misma dirección pero en sentido opuesto, vamos.
– las patronales son lobbies. Y he aquí donde radica la diferencia. Mientras los que he nombrado anteriormente persiguen la influencia sobre asuntos de interés público (derechos laborales, medio ambiente, libertades civiles), estos lobbies se ocupan de presionar para que las leyes protejan bienes privados. Obviamente, dicha separación no está siempre clara, y es ahí donde el asunto cobra vida.
Pues bien, como los grandes empresarios son sumamente altruistas, han creado una plataforma a la que han llamado con toda su buena voluntad Foro por la Transparencia. Porque su principal objetivo con ello no es meter mano sin cortapisas en el poder legislativo según sus intereses, claro, sino evitar la corrupción que supone que su actividad aún no esté regulada en este país.
En otros lugares, los lobbies están plenamente reconocidos y no tienen la mala fama que tienen en España, donde la palabra se emplea a menudo de manera peyorativa (alguien me ha acusado alguna vez de dejarme manipular por el lobby rosa, en el sentido más homófobo del término). Prácticamente cualquier interés está reflejado en un lobby en alguna parte del mundo, desde la protección de las aves hasta el reconocimiento de enferemedades raras. De hecho, en Estados Unidos están protegidos por la Constitución, están regulados desde 1946, y son además los principales financiadores de las campañas electorales. A cambio de lo que ustedes ya se imaginan, of course: en Washington tocan a 56 lobbies por cada legislador.
En Europa también tienen una cierta importancia y un marco legal específico en países como Reino Unido, Francia, Polonia, Repúbica Checa, Dinamarca o Hungría. Concretamente en Bruselas hoy hay 15.000 lobbistas y 2.600 grupos de interés. Pero, ¿cuántos de ellos responden a intereses públicos y cuántos a intereses privados? Para que se hagan una idea, según ha revelado recientemente el diario The Guardian -que cada vez me despierta más admiración-, en los primeros diez meses del nuevo Gobierno británico se mantuvieron 1.537 encuentros con los representantes empresariales organizados en lobbies, mientras sólo hubo 130 con los sindicatos. Como ven, para todo hay clases.
Los grupos de interés están muy vinculados a los denominados think tanks (literalmente, ‘tanques de pensamiento’), una especie de laboratorios de ideas que articulan pensamientos respecto a asuntos importantes de política y economía con un marcado carácter ideológico. Los think tanks se organizan en instituciones privadas y tienen la capacidad de moldear tanto la opinión pública como la política, incluyendo sus ideas en el agenda setting de los mass media y en los programas electorales. Yo lo resumo en lo privado, pasado por el beneplácito de lo público, para satisfacer a lo privado.
Los lobbies plantean a la ciudadanía (al menos a la ciudadanía de verdad, esa que se preocupa por los temas que conciernen a la vida pública) varias reflexiones: la legitimidad de unas leyes que han sido confeccionadas bajo presión explícita. La demanda de regulación de esta actividad presupone que ejercer presión en los legisladores es algo totalmente natural, lo que nos plantea la cuestión de si nuestra democracia es lo suficientemente sólida como para necesitar o no de estos grupos de presión. Reflexiones, que como ciudadanos que ustedes son, deberían plantearse cuanto antes. Aunque no figuren en ninguna campaña electoral… de momento.
comment-981
Lo siento, Julio César, pero la respuesta me ha quedado demasiado larga y al final he decidido darle otra forma y publicarla (junto con algunos comentarios más generales pero creo que a la sazón) como artículo en mi blog. Aquí te queda el enlace por si eso.
Un saludo,
A.
comment-980
Bueno, no esperaba otra respuesta por tu parte, más cuando he tocado -rozado diría yo- la sacrosanta institución que tanto vigila por el bien común de la Humanidad.
Compruebo tu capacidad para ignorar a tu antojo las pruebas irrefutables como la de los encuentros del gobierno británico y cómo echas por tierra consolidadas teorías de la sociología, como que el avance en los derechos de cualquier minoría constituye en realidad un progreso de toda la sociedad a la que esa minoría pertenece (en este caso, los homosexuales). Hacer comprender eso a quienes utilizan -o más bien escupen- esa despectiva palabra que es 'progre' es una tarea titánica que ni me corresponde ni me apetece hacer.
Estamos de acuerdo en que la sociedad está compuesta tanto por empleados como por empresarios. Una perogrullada más de tu texto. Sin embargo, cuando hablamos de "derechos laborales" creo que no le debemos demasiado a los grandes empresarios (principales objetivos de mis críticas). Te aseguro que no es gracias a ellos que hoy existan las jornadas intensivas, la conciliación familiar, la incorporación de la mujer al trabajo, la no-discriminación, la baja laboral, los seguros, las prestaciones sociales y un largo etcétera que en parte TODOS le debemos a las organizaciones sindicales. Creo que eso tiene algo más que ver con el interés público que el rentabilizar una máquina o sacar tajada suficiente como para abrir otro local. Por supuesto que a todos nos interesa que a un empresario le vaya bien, pero llamemos a cada cosa por su nombre.
Cierto es que los sindicatos han demostrado ser ineficaces en muchas ocasiones. Pero resulta que los avances que consiguen conciernen a todos. No se puede decir lo mismo de la patronal. Si no me equivoco, ha estado durante muchos años dirigida por un corrupto que no pagaba a sus trabajadores (supongo que estos se lo merecían porque eran unos vagos de cuidado cuyos hijos comían por vicio).
La lucha de clases que tanto gusta de desprestigiar (cuando no ignorar) a la derecha existe y existirá mientras haya clases sociales. Y, si mal no recuerdo, la actual crisis está agudizando esas diferencias: hoy los ricos son más ricos, los pobres son más pobres y la movilidad social se ha estancado.
Salud,
Julio C. Ortega
comment-979
Hombre, no veo por qué no. El hecho de que estemos en desacuerdo lo que hace es impulsarme a contestarte, no lo contrario…
No ignoro las pruebas que mencionas, las analizo en el penúltimo (y extenso) párrafo de mi artículo, y eso de que el avance en derechos de cualquier minoría es un avance en derechos de toda la sociedad es, tal como lo citas, una mamarrachada: por esa regla de tres podría decir que la restitución del derecho de pernada (que es un avance en derechos de una minoría: los nobles) es un avance social; o, yendo al tema que nos ocupa, el despido libre (que es un avance en los derechos de una minoría: los empresarios). Hay ciertos avances en derechos que se traducen en mejoras de la sociedad y ciertos que no, no son todos iguales (y sabes que opino que el caso en concreto del que el matrimonio homosexual es un avance del primer tipo, lo que pasa es que entiendo y respeto a quienes no opinan como yo).
No me malinterpretes, en temas de derechos sociales creo que, sobre todo desde el punto de vista histórico, debemos mucho a los sindicatos. Lo que pasa es que opino que en el contexto actual la idea de lucha de clases trae más problemas (muchos más) de los que soluciona, que produce un enfrentamiento innecesario y contraproducente entre empleado y empleador. En cualquier caso, y desde el punto de vista histórico, lo siento macho pero más ha hecho por los trabajadores de este país el tío Paco (que de todos es sabido que era socialista) que estos sindicatos que tenemos.
Y eso de que la movilidad social se ha estancado, con todo respeto, lo dirás tú. En primer lugar porque no hay clases, como tales, desde la Gran Guerra. Hay distintos niveles económicos, desde luego, pero eso no son clases sociales como lo eran nobleza, clero y tercer estado, en las que prácticamente nacías y morías sin movilidad alguna, ahora las cosas dependen del dinero y no de la sangre. Y en segundo lugar porque yo, personalmente y por mi profesión, no dejo de ver ricos por su casa que se arruinan por vagos e idiotas; y conozco mucha, mucha gente de extracción socioeconómica media y media-baja que a base de esforzarse son ahora abogados de gran éxito y prestigio que dirigen bufetes internacionales y cobran en un año más dinero del que yo ganaré en mi vida. Claro que eso es así porque en vez de dedicarse a la lucha de clases se dedicaron a estudiar, trabajar y ganar dinero. Chicos (y chicas) listos…
En fin, salud para ti también,
A.
comment-978
Llamemos a las cosas por su nombre. "El tío Paco" es el dictador Franco; de familiaridades con genocidas y torturadores, nada. Y decir que le debemos más que a nadie es motivo suficiente para demostrar que es imposible que entiendas que sí, te guste o no, los derechos sociales de las minorías hacen de una sociedad -conformada por minorías, no olvidemos- algo más o menos desarrollado. Pero es normal que viviendo en 1970 no puedas entender eso.