enero 15th
Mrs. Robinson
Les voy a contar una historia, por si alguno de ustedes aún no la conoce.
Érase una vez, en una tierra fría y lejana llamada Irlanda del Norte, habitaba una mujer francamente puritana y beata. Iris Robinson estaba bien casada (¿?) con el primer ministro de aquel país, Peter Robinson, de quien, como esposa devota, adquirió el apellido. Ella también se dedicaba al noble oficio de la política, siendo diputada en Westminster y en la Asamblea del Úlster. Se la conocía por su extremismo en la defensa a ultranza de las costumbres y los principios del cristianismo; repudiaba todo lo que oliese a progreso y solía apelar a la Biblia en sus argumentos, como una verdadera fanática. La misma semana que su marido fue elegido primer ministro, un hombre fue apaleado en Belfast por el mero hecho de ser gay. Mrs. Robinson, fiel evangelista, recurrió entonces al Levítico para asegurar literalmente que «la homosexualidad es una abominación».
Como buena cristiana protestante pentecostal, criticó a Hillary Clinton allá por los noventa cuando ésta perdonó las infidelidades de su marido. Repitió sus críticas en las últimas elecciones primarias americanas. Ironías de la vida, Mrs. Robinson se ha convertido en la Bill Clinton de nuestros días. Aunque una historia idéntica ya se escribió, rodó y premió hace mucho en Hollywood con El graduado (Mike Nichols, 1967), hoy no podría estar más de actualidad.
Nuestra querida Mrs. Robinson, con sesenta primaveras, fue a poner sus castos ojos sobre un apuesto jovenzuelo, Kirk McCambley, de diecinueve años e hijo de su carnicero habitual. Decir que, a la postre, le sirvió más carne fresca de la esperada sería una obviedad. El carnicero murió a comienzos de 2008, y ella se preocupó tanto por el chico huérfano que terminó enrollándose con él. No sin antes aprovechar su posición en el Ayuntamiento para conseguirle 54.000 eurillos para poner una cafetería, aunque ella se quedó con el diez por ciento para tapar agujeros. Es lo que tiene vivir en Irlanda del Norte; aquí te ponen un piso en Torrevieja y allí un pub con tréboles.
Y es que nos encanta ver cómo la realidad supera a la ficción.
comment-1160
Vamos a ver, esta señora criticó la homosexualidad y a las mujeres que perdonaban a sus maridos por ser infieles… Pero de la infidelidad femenina no ha dicho nada ¿¿no?? 😛
Si es que ya lo decían en el instituto… que las calladitas son las peores…
comment-1159
Muy bueno el blog Julio; vi el link en el facebook; "digna señora" osa criticar el ser gay pero practica la infidelidad y con un muchacho jajaj; estás mujeres aunque sean calladas son bien canijas (sinvergüenzas).
Luis
http://www.astaroth-thehistoryend.blogspot.com